MINI dice “MERCI” a ‘MONTE’ en el Rally Histórico de Monte Carlo con Rauno Aaltonen.

Munich. El Rally de Monte Carlo celebra  este año sus cien años. MINI quiso estar entre los simpatizantes,  y la marca ingresó un equipo en el Rally Histórico de Monte Carlo. La leyenda finlandesa, Rauno Aaltone, ganador del  ‘Monte’ en  1967 en un Mini Cooper S – resultó victorioso. El “Profesor de Rally” como se lo llamó a Aaltonen debido a su precisión y atención al detalle reclutó al austríaco Helmut Artacker como copiloto en su Cooper S de 1969, y el equipo  contó con el apoyo de una fuerte  cuadrilla de service de cuatro personas a lo largo del evento.

Como es habitual en el Rally de Monte Carlo, los autos llegaron a esta ciudad para las etapas principales desde cinco ciudades diferentes. Al  equipo MINI se le designó Marrakech como su punto de partida, para cubrir 2.600 kilómetros hasta alcanzar la línea de llegada en Monte Carlo. “Toda la atmósfera fue muy cordial y amistosa, tanto con la gente de Marruecos y los organizadores, como con los competidores. Fue un poco como en las “Mil y Una Noches”, dijo Rauno Aaltone, al describir la largada del evento en el país de África del Norte. Desde Marruecos, dónde se les proveyó de escolta policial a través de algunos pueblos, el recorrido llevó al equipo por Algeciras en España y luego a Alicante. Eso marcó el comienzo de la etapa de 30 horas vía Barcelona y los Pirineos a los Alpes Marítimos y de allí a Monte Carlo. Sin embargo, antes de que se pudieran poner en marcha, el Profesor de Rally tenía que cumplir con algunos deberes.  Una gran multitud de fans se dieron cita en el puerto, a pesar de lo temprano de la hora, para pedir autógrafos a Aaltonen. “Con mucho gusto lo hago, aún cuando mi nombre tan largo hace la tarea un poco difícil” bromeaba el finlandés.  Una cálida recepción le dio la bienvenida a los autos frente a la catedral de Barcelona, antes de continuar por las montañas.   “No teníamos idea de que nos esperaría un pequeño infierno por delante,” recuerda Aaltonen.  Los Pirineos recibieron a los competidores con una gran cantidad de nieve, y los primeros corredores tuvieron que agitar la bandera blanca frente a  empinadas subidas y caminos resbaladizos. El Mini también requirió de alguna seria persuasión para mantenerse en ruta. “Realmente no importaba que pedal oprimía,” suspiraba Aaltonen al relatar los problemas de conducir en la nieve. Sin embargo, el clima invernal afortunadamente duró poco, y los corredores  tuvieron un trayecto despejado  durante el viaje de noche hacia Montecarlo.  

Todo estaba tranquilo en Quai Albert I cuando llegó el equipo de Mini, pero la cosa cambió al día siguiente en el mismo lugar. Los autos clásicos estaban puerta con puerta a lo largo de la costa en Mónaco, la primera vez que formaban fila juntos durante el evento. Los equipos habían llegado desde Reims, Varsovia, Barcelona y Glasgow para unirse a los que habían arrancado en Marrakech, formando una extensión de 328 autos en total. En el itinerario del día siguiente venía la curva de Valencia. Acercándose la primera etapa especial, los participantes querían ver la nieve que cubría los autos que llegaban.  De hecho se había acumulado un manto blanco de más de 10 cm. sobre las apretadas y serpenteantes curvas.  Debido a que el equipo todavía tenía que hacer algunos ajustes al auto, no pudieron alcanzar la velocidad promedio de la etapa. “No teníamos nada de tracción y una caída de varios cientos de metros al costado, “ relataba Aaltonen. “De modo que decidimos asegurarnos que tanto nosotros como el auto llegáramos enteros y no exigimos mucho”. Después de la nieve de la mañana, la tarde nos encontró con una montaña de forma extraña que llamó nuestra atención. “Era como algo que hubiera imaginado encontrar en la luna,”  se aventuró a decir el maestro del rally. “Pero eso es lo especial de Monte: cada situación es totalmente distinta de la anterior y exige técnicas y pericias diferentes”.  

Al día siguiente el tiempo era bueno y seco, lo que resultó un alivio, dado que la curva alrededor de Valencia es famosa, o más bien que tiene mala fama,  por su constante sucesión de curvas. “Es simplemente una curva tras otra, sin rectas; no hay necesidad  de dejar el volante muerto en el medio para nada”, decía Aaltonen sobre la ruta de 350 kilómetros en las colinas alrededor de Valencia. Y seguía más de lo mismo para los pilotos y co-pilotos en el último día  sobre la vuelta final a Monte Carlo. Para ese momento muchos ya estaban pensando en el arranque de noche in Mónaco, y la subida al Col de Turini. Acá siempre está la posibilidad  de que las reglas deparen sorpresas, como ya lo comprobaron pilotos de Mini en el pasado. Y es fácil ver como a esta sección final del rally también se la conoce como la “Noche de los cuchillos largos”.

“Muchas cosas se parecen a los ’60,” reflexionaba el ganador del ‘Monte’ 1967. Pero este evento hace algunas cosas de forma diferente: “Entonces todo era cuestión de velocidad máxima. En el Histórico de Monte la regularidad es la clave, aunque los 50 km/h requeridos  se hacen muy difícil de lograr en algunas partes”. Hubo también uno o dos cambios respecto de los materiales que usan los equipos – en términos de calidad y cantidad. “Hasta mediados de los ’60 no había limites respecto de los clavos, y yo llegué a tener una rueda con más de 600 clavos,” cuenta Aaltonen. “Además, teníamos 1.200 neumáticos y esperando en las llantas para nuestros tres autos preparados para  competición”. Así que,  ¿qué inspira a alguien que ya ha ganado el ‘Monte’ a volver después de 30 años? “Es un honor para mí saludar al Rally de Monte Carlo en su centésimo aniversario. Y hay una emoción especial en el lugar cuando es época de rally. Eso no viene sólo de los autos sino del contraste con la glamorosa Monte Carlo y la belleza natural de sus alrededores.” Entonces ¿podría el maestro finlandés imaginarse compitiendo en otro ‘Monte’ algún día con un nuevo MINI  WRC? “Eso sería muy emocionante – Me encantaría!”.   

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